El Análisis: Depender de los cuernitos

El gesto clásico de Merlo volvió a aparecer. Jugar a defenderse en gran parte del segundo tiempo genera riesgos enormes.

Volvieron. Aquellos que fueron característicos en el Apertura 2001, que brillan en su estatua, que intentaron transmitir energía negativa en cada ataque rival. Los cuernitos volvieron y con ellos el sufrimiento por defender y defender.

Los cambios de Ismael Quílez y Luciano Aued por Valentín Viola y Rodrigo De Paul, cerca de los 15 minutos del segundo tiempo, dieron sentencia al partido. Reinaldo Merlo le daba pie a la especulación y entregaba por completo la posesión. Dos líneas de cuatro bien marcadas y con Gabriel Hauche y Juan Dinenno contra el mundo. A partir de ahí Racing no hizo tres pases seguidos.

El objetivo fue la contención y el contrataque. Sin embargo, ninguno de los dos se llevaron a cabo. Lo que en teoría permitía Aued, y no así De Paul, era la anulación de la subida del lateral Luciano Abecasis. El ex River no paró de desbordar y a partir de sus centros se produjeron las ocasiones más claras para Quilmes. Además despejamos mucho pero robamos poco. En media hora no hubieron contrataques certeros. Dinenno quedaba muy solo, Gabriel Hauche es un corredor enorme pero el fútbol se juega con una pelota.

Racing pasó a depender de la precisión de un Quilmes que con Miguel Caneo y poco más lo complicó mucho. Después de un primer tiempo chato, había parecido levantar cabeza en el arranque del segundo, sin embargo con el empate se modificaron por completo las ideas. Si Caneo ajustaba la volea que le dejó servida Facundo Diz, si Rodrigo Braña tenía mayor precisión en su remate con pierna izquierda nos volvíamos con las manos vacías.

Depender del factor suerte lleva riesgos enormes. Se subordina a lo que haga el rival y el resultado deja de pasar por uno mismo. Comportamientos que no son para un equipo grande.

Por Gabriel Espósito / @GEsposito85